EN MEMORIA DE JOSUÉ GIRALDO CARDONA[1]:
“Por amor tenemos que transformar nuestra sensibilidad en actos por la justicia”.
“Trabajamos con amor. Amor por el conjunto, amor por la unidad, amor por lo universal, amor por los valores máximos de la vida. Nuestro amor se expresa a través de la sensibilidad que nos hace compartir el sufrimiento del grito desgarrador de los niños y niñas que asisten al asesinato de sus padres o a sus entierros; de las madres enlutadas en un llanto anónimo y profundo que le preguntan a Dios por qué se asesinó a sus hijos, o de las viudas que de repente se ven privadas de sus compañeros condenadas al ostracismo de sus tierras y a la soledad.
“Por amor es que debemos transformar esta sensibilidad en actos por la justicia, de lucha por la vida; si no se produce, si no hay como consecuencia el necesario desprendimiento de nuestro bienestar material, de nuestra tranquilidad personal; el amor no será amor y las lágrimas serán furtivas, serán solamente sensiblería para amortiguar el egoísmo. Es triste que nuestro amor haya estado ligado a la contraposición del odio que ocasiona la muerte. El verdugo odia y los Defensores de Derechos Humanos amamos. Los egoístas quieren todo para sí y los que amamos la vida estamos dispuestos a compartir hasta nuestros sueños con el egoísta.
La vida y el amor, el amor y la vida van unidos como concepto y como sentimiento en los Defensores de los Derechos Humanos. Nadie puede defender la vida sin amar y nadie puede amar sin realmente defender la vida”.
[1] Defensor de Derechos Humanos, ejecutado extrajudicialmente por las manos sicariales del paramilitarismo el 13 de Octubre de 1996, en la ciudad de Villavicencio, Meta. Fue militante de la Unión Patriótica.
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