A la maestra Dídima Rico Chavarro.
Gloria Cuartas,
Defensora de Derechos Humanos, investigadora externa de la Universidad y ante todo tu amiga.
“No debemos olvidar, empero, que no se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles.”
Rosa Luxemburgo
Querida Didima, escribo esta nota después de leer tu carta que haces pública como respuesta a una sistemática campaña de daño que muy pocos han centrado contra la Universidad Autónoma.
Universidad, recinto del saber y de la solidaridad, recinto de la acogida y la compañía. Universidad que ha sabido de formación para la vida, de educadores que han centrado su formación en valores para saber vivir en tiempos de crisis. Esta Universidad que presenta un amplio grupo de docentes y egresados, otros asesinados crimenes de Estado que pretendieron silenciarlos pero su palabra y su ética vive en la Universidad, y otros, están haciendo día a día con su trabajo y honestidad huella para que estudiantes mujeres y hombres jóvenes y mayores sientan que vivir tiene sentido y no tengan miedo en la dificultad.
Leí también cartas “anónimas” que por el estilo dejan la huella de amargura y rabia que delatan a sus autores, entre ellos los que ya no hacen parte de la Universidad, que llegaron con otro proyecto y salieron con una recompensa efímera. Otros que están con miedo de asumir la realidad, porque la imagen de universidad que ellos se imaginaban, se fue diluyendo, se disminuyen con la gente que crea, con la gente que ven día a día recreando el espíritu académico, hablando de la posibilidad de líneas de investigación y pedagogías educativos y haciendo del aula universitaria y de la vida misma un lugar de cariño, acogida en épocas de tanta oscuridad.
Emerge en esta realidad tu presencia, tu trabajo, tu constancia, la capacidad de sumar, de respetar la diferencia, de vivirla…de reconocer la urgencia de cambios y la decisión inequívoca de arriesgarte a buscar unir la diversidad porque crees en los principios que han fundado la idea de la Universidad…Soy testiga de tu compromiso sin medir el tiempo invertido con y por la Universidad, mantener en unión con otros su vigencia histórica, aun en medio de la presión y el ejercicio indebido de la fuerza de quienes la quieren ver en decadencia y tu reiniciando permanentemente ideas nuevas porque sabes que la “ vida es una inmensa disonancia” tal vez esa frase de Frederic Chopin nos está recordando que aceptar la condición humana y saber reconocerla es el mejor bálsamo para el desencanto y encontrar en tiempos de crisis , de eclipse moral, la grandeza de vivir como tú lo haces con dignidad. Gracias por dejarme caminar contigo construyendo día a día el valor de la esperanza.
Gracias a la Autónoma por acogerme como investigadora y a personas como tú que permiten volver a creer en la vida, cuando la tristeza y la muerte que vi, que invadió mi corazón y me mostro uno de los rostros de la guerra y, contigo y con nuestras amigas, con otros, en fin mucha gente tomamos la decisión de seguir trabajando y viviendo porque tenemos derecho a la paz con justicia.
Gloria Cuartas,
Defensora de Derechos Humanos, investigadora externa de la Universidad y ante todo tu amiga.
“No debemos olvidar, empero, que no se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles.”
Rosa Luxemburgo
Querida Didima, escribo esta nota después de leer tu carta que haces pública como respuesta a una sistemática campaña de daño que muy pocos han centrado contra la Universidad Autónoma.
Universidad, recinto del saber y de la solidaridad, recinto de la acogida y la compañía. Universidad que ha sabido de formación para la vida, de educadores que han centrado su formación en valores para saber vivir en tiempos de crisis. Esta Universidad que presenta un amplio grupo de docentes y egresados, otros asesinados crimenes de Estado que pretendieron silenciarlos pero su palabra y su ética vive en la Universidad, y otros, están haciendo día a día con su trabajo y honestidad huella para que estudiantes mujeres y hombres jóvenes y mayores sientan que vivir tiene sentido y no tengan miedo en la dificultad.
Leí también cartas “anónimas” que por el estilo dejan la huella de amargura y rabia que delatan a sus autores, entre ellos los que ya no hacen parte de la Universidad, que llegaron con otro proyecto y salieron con una recompensa efímera. Otros que están con miedo de asumir la realidad, porque la imagen de universidad que ellos se imaginaban, se fue diluyendo, se disminuyen con la gente que crea, con la gente que ven día a día recreando el espíritu académico, hablando de la posibilidad de líneas de investigación y pedagogías educativos y haciendo del aula universitaria y de la vida misma un lugar de cariño, acogida en épocas de tanta oscuridad.
Emerge en esta realidad tu presencia, tu trabajo, tu constancia, la capacidad de sumar, de respetar la diferencia, de vivirla…de reconocer la urgencia de cambios y la decisión inequívoca de arriesgarte a buscar unir la diversidad porque crees en los principios que han fundado la idea de la Universidad…Soy testiga de tu compromiso sin medir el tiempo invertido con y por la Universidad, mantener en unión con otros su vigencia histórica, aun en medio de la presión y el ejercicio indebido de la fuerza de quienes la quieren ver en decadencia y tu reiniciando permanentemente ideas nuevas porque sabes que la “ vida es una inmensa disonancia” tal vez esa frase de Frederic Chopin nos está recordando que aceptar la condición humana y saber reconocerla es el mejor bálsamo para el desencanto y encontrar en tiempos de crisis , de eclipse moral, la grandeza de vivir como tú lo haces con dignidad. Gracias por dejarme caminar contigo construyendo día a día el valor de la esperanza.
Gracias a la Autónoma por acogerme como investigadora y a personas como tú que permiten volver a creer en la vida, cuando la tristeza y la muerte que vi, que invadió mi corazón y me mostro uno de los rostros de la guerra y, contigo y con nuestras amigas, con otros, en fin mucha gente tomamos la decisión de seguir trabajando y viviendo porque tenemos derecho a la paz con justicia.
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